Confiando a María al apóstol Juan, y con la toda la humanidad entera, Cristo afirma su rol de Salvador del mundo. María, tú eres esplendor que nada quita a su luz, porque existe en El y por El. A ti, aurora de salvación, entregamos nuestra vida, nuestro camino, para que bajo tu guía todos descubramos a Cristo, luz del mundo.
Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre
Letanías
Mujer fiel, ruega por nosotros
Mujer de Dios, ruega por nosotros
Nuestra Madre, ruega por nosotros.
Oremos
Señor Jesucristo, que, en tu inmenso amor, has querido que todo lo obtuviéramos por medio de tu Madre María, concede a nosotras que la veneramos con el nombre de Consolata, poder siempre gozar de su ayuda y protección. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Llamadas por el Espíritu Santo a participar del Carisma, don de Dios a Padre Fundador, ofrecemos la vida, para siempre a Cristo en la Misión ad gentes, o sea a los no cristianos, para el anuncio de salvación y consolación.