«Este niño traerá a la gente de Israel ya sea caída o resurrección. Será una señal de contradicción, y a ti misma una espada te atravesará el alma” (Lc 2, 34-35)“A la sombra de tus alas me refugio hasta que no hay pasado el peligro” (Sal 57, 2)
La esperanza encuentra en la Madre de Dios el testimonio más alto. En ella vemos como la esperanza no esta hecha de optimismo, sino de don de gracia en la realidad de la vida. A los pies de la cruz, mientras veía a Jesús inocente sufrir y morir, atravesada por un dolor estremecedor, repetía su “sí”, sin perder la esperanza y la confianza en el Señor. En el obrar de aquel dolor ofrecido por amor se transformaba en Madre nuestra, Madre de la esperanza. (Papa Francisco)
Padre Nuestro, Ave María, Gloria al Padre
Letanías
Casa para todos, ruega por nosotros,
Puerta abierta entre el Cielo y la Tierra, ruega por nosotros
Puerta de misericordia, ruega por nosotros.
Oremos
Señor Jesucristo, que, en tu inmenso amor, has querido que todo lo obtuviéramos por medio de tu Madre María, concede a nosotras que la veneramos con el nombre de Consolata, poder siempre gozar de su ayuda y protección. Tu que vives y reinas por los siglos de los siglos. Amén.
Llamadas por el Espíritu Santo a participar del Carisma, don de Dios a Padre Fundador, ofrecemos la vida, para siempre a Cristo en la Misión ad gentes, o sea a los no cristianos, para el anuncio de salvación y consolación.